Un hábito que debe ser frustrado, en nombre de nuestro bienestar general.
La procrastinación no tiene el mayor impacto en nuestro estado de salud general. Por eso tienes que oponerte. Y si has probado de todo y siempre acabas volviendo a lo mismo, echa un vistazo a los prometedores resultados de una investigación realizada por Jason Wessel, como parte de su doctorado en la Universidad de Queensland.
Ahora, ha desarrollado un sistema de reflexión que parece abordar los 4 puntos de reflexión esenciales que “tocan” los fundamentos psicológicos del problema. La inspiración es la Teoría de la Motivación Corporal, que asocia cuatro causas a la procrastinación: expectativa, sensibilidad a la demora, ignorar el valor de la tarea y falta de metacognición.
En el caso de los primeros, subestimamos nuestro propio desempeño en determinada tarea; segundo, no reconocemos cuánto afectará nuestra procrastinación el tiempo de finalización de la tarea; tercero, no evaluamos los beneficios de completar la tarea a tiempo; y cuarto, no analizamos nuestro propio pensamiento, lo que nos impide resistir la procrastinación.
Con esto en mente, Wessel propone cuatro preguntas que debemos hacernos en momentos en los que sentimos que estamos procrastinando (o a punto de hacerlo), para resistir la tentación y ponernos manos a la obra:
¿Cómo se lograría con éxito este objetivo?
¿Cómo te sentirías si no completaras la tarea necesaria?
¿Qué próximo paso necesita completar de inmediato?
Si pudieras hacer una cosa para terminar la tarea a tiempo, ¿qué sería?
Después de probar el método en más de 100 estudiantes universitarios, Wessel concluyó que aquellos que contemplaron las preguntas comenzaron las tareas antes, en comparación con aquellos que no lo hicieron. Es decir, se notó una reducción en la procrastinación, no inmediatamente, sino después de contemplar las preguntas varias veces.